domingo, 22 de noviembre de 2009

Y seguía allí, con el mismo traje color azabache, acompañado por un manto de glaciales moléculas cristalinas esculpiendo ese sombrío paraguas, antes gobernado por zainas brácteas.

Con ese maldito rostro impasible, incapaz de expresar su caos interior. Ese odioso antifaz camuflando su cara.

No aceptaba la realidad. No podía aceptar la realidad. Solo hacía unos días que no le veía, que no escuchaba con él las milyuna canciones de rock que coronaban su ipod, que no empezaban conversaciones sin sentido que nunca tenían final, que no filosofeaban bajo la lluvia sin paraguas que los resguardase, que no compartían sus inquietudes mas recónditas de entre sus pensamientos.

Él presentía que iba a volver. Él sabía que iba a volver, que al día siguiente lo vería aparecer con aires despreocupados, radiante de felicidad como lo recordaba.

Iluso. Nunca le dejarían regresar junto a él.

1 comentario:

  1. es genial, felicidades.
    me ha gustado mucho, y en parte es característico a mí.

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