lunes, 31 de agosto de 2009


Y continuaba lloviendo, como cada año, día, hora, minuto... Las nubes con aspecto amenazante nunca se iban de ahí. Mis esperanzas se empezaron a difuminar enseguida a cada gota de lluvia que de las nubes descendía y que con un esperado chasquido aterrizaban en el charco donde con el tiempo se sumergiría entre las fisuras de la tierra. Solo con pensar en otro día mas en aquel sitio recóndito del universo una impotencia recorría todo mi ser, desembocando en lagrimas que me afligían un daño emocional inmenso y que hacían que el único pensamiento que me pasaba por la mente fuera ese, ese que tanto había querido evitar y que no podría resistir.

Subí a la torre mas alta del castillo contemplando con temerosidad el rayo de luz que salía entre las nubes, pero ya daba igual, ya todo daba igual... Lo único que note fue el aire estrellándose con fiereza contra mi cuerpo y al final de todo la oscuridad... la ansiada oscuridad.